La observación de la fauna salvaje en el Ártico puede ser sin duda uno de los momentos más destacados de su viaje. Sin embargo, para que el encuentro sea fructífero tanto para los humanos como para los animales, hay normas para interactuar con los animales en su hábitat natural.

La observación de la fauna salvaje en el Ártico puede ser sin duda uno de los momentos más destacados de su viaje. Sin embargo, para que el encuentro sea fructífero tanto para los humanos como para los animales, existen normas para interactuar con los animales en su hábitat natural. Maria Podtyazhkina, experta en turismo polar y responsable de comunicación del Centro Educativo de Prácticas Marinas, compartió los principios fundamentales de la observación de animales salvajes en el Ártico.

Mostrar respeto

El respeto es una regla básica que hay que tener en cuenta al observar la vida salvaje, independientemente del lugar o la actividad. Los humanos estamos acostumbrados a sentirnos los principales del planeta, pero cuando llegamos al Ártico, por ejemplo, nos encontramos en un territorio ajeno. Esta tierra es propiedad de osos polares, morsas y otros animales salvajes. Somos huéspedes que debemos comportarnos de forma que no afecte en modo alguno a la vida ordinaria de los habitantes de estos territorios.

Cumplir todas las medidas de seguridad

La tarea de cualquier persona que venga al Ártico es evitar el contacto directo con los animales. Por motivos de seguridad, en cada campamento debe instalarse un cordón especial que ahuyente con cartuchos de ruido a cualquier oso polar que decida acercarse a las personas.

En Svalbard, por ejemplo, hay una larga lista de equipos necesarios para quienes planean viajes fuera de los asentamientos. Además, todas las pernoctaciones sobre el terreno deben ir acompañadas de una vigilancia obligatoria: el oficial de guardia debe recorrer el perímetro y comprobar si todo está tranquilo.

Además, el Estado se preocupa de la seguridad de los animales salvajes casi en la misma medida que de la seguridad humana. En Noruega, la seguridad se vigila con especial cuidado: cada asesinato de oso se investiga en los tribunales, que deciden si en un caso concreto fue necesaria la legítima defensa o la tragedia podría haberse evitado.

Durante una expedición marítima, antes de desembarcar se realiza un control obligatorio para evitar colisiones entre personas y osos polares. Si se encuentra un oso, nadie desembarca en la orilla, sino que se le vigila desde el barco. La regla principal para cada desembarco es no dispersarse por el territorio, sino ser visibles para todo el grupo y caminar juntos.

Es necesario llevar consigo equipo de seguridad, pero aun así es importante comprender que el uso de un arma es una medida extrema cuando otros métodos para ahuyentar a los osos (pistola de bengalas, bengalas) ya no sirven. De hecho, cualquier persona no es comida para un oso, y en la mayoría de los casos no querrá atacar. Pero si sigue existiendo una amenaza, lo primero que hay que hacer es reunir a todo el mundo, levantar palos largos y crear la apariencia de algo grande y aterrador. Existe la creencia de que los primeros habitantes de las islas caminaban con palos porque los osos a nivel genético les tienen miedo, como si fueran los colmillos de un mamut o una morsa.

 

No alimente a los animales

Si vas de acampada, es importante que te asegures de no dejar restos de comida, ya que atraen a los animales y pueden hacerles daño. Tampoco se puede dar de comer a ningún animal, aunque parezca que está muy hambriento y pide comida. Esta domesticación dará a la persona un placer momentáneo, pero perjudicará al animal: empezará a acostumbrarse a este tipo de alimentación y, en el futuro, invadirá regularmente el territorio de la gente.

Sin movimientos bruscos

Hay normas especiales de comportamiento cuando se observan morsas. En condiciones favorables, puede acercarse a ellas hasta 50 metros. Por naturaleza, las morsas son criaturas vulnerables y tímidas. Por eso, nunca hay que acercarse a ellas desde el agua, ya que es su única vía de escape, lo que les proporciona una sensación de seguridad. Al mismo tiempo, son muy curiosas y pueden acercarse solas a una persona, si no se hacen movimientos bruscos ni se emiten sonidos. Acérquese a ellos suave y lentamente.

 

Observar pero no interferir

En Svalbard, donde el mundo animal es muy reverenciado y se imponen severas multas por infringir las normas, existe un buen criterio para determinar qué es una invasión de la fauna: si un animal ha cambiado de algún modo su comportamiento debido al contacto con una persona, eso ya se considera una violación de sus límites. En muchos países, todas las normativas están redactadas de forma que no perjudiquen al ecosistema, especialmente a uno tan frágil como el Ártico. Incluso ayudar a un animal, como rescatar a un ciervo del alambre de espino, se considera una invasión de la naturaleza y no es bienvenido. Debemos hacer todo lo posible para que el animal no se percate de nuestra presencia, ni visualmente, ni por el olor, ni por el sonido.

Existe la "vigilancia de osos". Durante dicha vigilancia, varias personas, al pasar por zonas donde viven osos polares, miran en todas direcciones con prismáticos para divisarlos en la orilla. Así, se puede observar su comportamiento durante mucho tiempo sin invadir el territorio.