Yankee Harbour, un puerto natural situado al sur de la isla Greenwich, en la Antártida, ofrece un paisaje prístino de imponentes glaciares, témpanos de hielo y abundante vida salvaje. Los visitantes pueden hacer senderismo para explorar la zona, navegar en kayak por las aguas heladas o avistar pingüinos papúa, ballenas jorobadas y elefantes marinos tomando el sol.

Pasaremos otro día en Yankee Harbor, una cala rocosa de la isla de Greenwich. El cazador de focas estadounidense Nathaniel Palmer descubrió y bautizó Yankee Harbor en 1820, cuando navegaba con su barco Hero, de 47 pies de eslora, por las islas Shetland del Sur en busca de buenas playas y puertos para su flota de cazadores de focas. Varios miles de parejas de pingüinos papúa le darán la bienvenida en tierra. Además, aquí podrá ver huesos de ballena como recuerdo de los balleneros que practicaban la pesca de ballenas con motor fuera borda en los primeros años de la caza antártica (1906-1925). En las playas se ven focas de Weddell con regularidad.

Yankee Harbour, situado en la costa suroeste de la isla Greenwich, en la Antártida, tiene una larga historia de caza de ballenas y exploración. Se dice que el puerto está embrujado por los fantasmas de los marineros y balleneros que perecieron en sus traicioneras aguas.

Cuenta la leyenda que un grupo de balleneros se vio sorprendido por una fuerte tormenta mientras cazaba ballenas a principios del siglo XX. A pesar de sus esfuerzos, la tripulación fue incapaz de navegar por las aguas embravecidas y el barco acabó estrellándose en las rocosas costas de Yankee Harbour. Muchos de los marineros perdieron la vida en la tragedia, y se dice que sus espíritus aún rondan la zona.

Los visitantes de Yankee Harbour han informado de extraños sucesos y fenómenos inexplicables, como apariciones fantasmales y espeluznantes susurros en el viento. Algunos incluso afirman haber oído los sonidos de ballenas fantasmales y de marineros gritando de agonía en mitad de la noche.

A pesar de la escalofriante leyenda, Yankee Harbour sigue siendo un destino popular para turistas y aventureros por igual. Se crea o no en fantasmas, es innegable la rica historia y la inquietante belleza de este remoto puerto antártico.